El Dragón de Prometeo: enero 2018

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viernes, 12 de enero de 2018

Explicando el Ateísmo a los Creyentes

¿QUÉ ES EL ATEÍSMO?


Autor:  Ian Birnbaum



¿Qué es ateísmo? ¿En qué creen los ateos? ¿Es el ateísmo una religión?


¿Has oído la frase: “No puedes probar un negativo”? Porque la incredulidad no se puede describir de la misma manera que la credulidad, resumir el ateísmo puede ser un proyecto difícil — similar a poner orden en una jaula de grillos.


El ateísmo no tiene una estructura de reglamento central. Puesto que nadie puede ser excomulgado del ateísmo, los no creyentes son libres de sostener una gran variedad de opiniones, convicciones y filosofías personales. Aún así, existen algunos hilos centrales que unen a la mayoría de los ateos y los definen como seguidores de una no-religión.



¿QUIÉNES SON LOS ATEOS?


Dentro de los Estados Unidos, es muy común que los ateos sean jóvenes, varones, caucásicos y universitarios. Una encuesta realizada por el Centro de Investigación Pew (Pew Research Center) encontró que el 67 por ciento de las personas auto-descritas como ateos son hombres y el 38 por ciento son entre las edades de 18 y 29 años. Para el 2012, los no creyentes en general componían el 19.6 por ciento de la población estadounidense, pero de ese número, de hecho sólo una fracción se hace llamar ateos. Los calificativos más comúnmente usados son “sin afiliación,” “sin preferencia religiosa,” o “agnóstico.”


Muchos ateos con frecuencia citan la educación avanzada como un detonante de su falta de creencia. Con títulos avanzados en ciencia, medicina y filosofía son más propensos a describirse como ateos que el público en general.


A lo largo de nuestras vidas, todos corremos el riesgo de encontrar cosas que desafían nuestras perspectivas del mundo y entrar en conflicto con las creencias que sostenemos estrechamente. Los años en los que perseguimos una educación avanzada son aquellos durante los cuales más frecuentemente fortalecemos, adaptamos o cambiamos nuestros sistemas de creencias.




LA COSMOVISIÓN ATEA


La idea central en el ateísmo se encuentra en el nombre: a-teísmo, usar el prefijo “a-,” significa “privación” o “negación” y la palabra “teísmo,” creencia en un Dios personal y providente. Así que, de manera sencilla, ateísmo significa no creer en una deidad. Al principio esto es obvio, pero vale la pena señalar que la palabra es distinta a algunos términos más hostiles como antiteísmo, que significa contra una deidad.


Aunque esto es comúnmente una idea equivocada sobre los ateos, los ateos no están enojados con o rebelándose contra un Dios. Los ateos simplemente no creen que existe un Dios. Los ateos no están enojados con Dios por no existir de la misma manera que los creyentes no están enojados con el sol por no salir por el lado poniente. No es como el mundo funciona desde la perspectiva atea.


Para bien o para mal, la religión ha jugado un papel importante en la conformación del mundo como es hoy. Es por esta razón que muchos ateos definen su comportamiento y creencias como una reacción contra algo: Contra Dios, contra la iglesia, contra familias o sociedades religiosas. Es principalmente por esta razón que los ateos tienen una reputación de ser militantes o argumentativos.


Ya sea que este tipo de comportamiento valga la pena o no, eso depende de lo que la persona decida. Pero el hecho es que, al menos en los Estados Unidos, los ateos frecuentemente están mejor informados sobre la religión que muchos creyentes casuales e incluso algunos devotos. Los ateos eligen vivir sus vidas sin un dios por muchas razones, pero esas razones casi nunca son creadas por ignorancia o por la imposibilidad de escuchar el evangelio.



LOS ATEOS Y LA SOCIEDAD


A lo largo de la historia, los no creyentes de todas las clases han sido perseguidos por el sistema de creencias de la mayoría. Aunque la mayoría de las religiones ha sido oprimida en algunos lugares y tiempos, en el mundo occidental en los últimos 1,500 años se ha visto a los ateos ser desterrados, silenciados, torturados y asesinados.


Las sociedades modernas no toleran la violencia religiosa — gracias a Dios — pero la persistente desconfianza de los ateos permanece. Más de la mitad de los estadounidenses consideran a los ateos como “amenazantes.”


Los ateos enfrentan los más altos prejuicios para algún cargo político — el votante estadounidense promedio tiene más probabilidad de votar por una persona homosexual o un musulmán que poner un no creyente en algún cargo. Hay siete estados en los Estados Unidos donde se les prohíbe a los ateos ocupar cargos públicos de cualquier tipo. Los ateos son la minoría religiosa de más rápido crecimiento en Estados Unidos pero aún no son lo suficientemente representados en el gobierno.



DANDO SENTIDO A LA VIDA SIN DIOS


Pero la parte más difícil de ser ateo, en mi experiencia, está llegando a un significado de vida. Leíste bien: Soy ateo. Y en conversaciones honestas con los cristianos y otros que me preguntan sobre esto, digo que, para mí, el aspecto más difícil de la vida sin creer en una deidad es entender por qué estamos todos aquí.


Aunque a veces todos necesitamos un poco de ayuda para levantarnos de la cama en las mañanas, los creyentes tienen una razón para incorporarse en la religión de su elección. Los cristianos salen al mundo cada día a trabajar para glorificar a Dios. Los hindúes intentan ser mejores para que su próxima reencarnación sea una más feliz y más cerca de ser libres de un ciclo de renacimiento en un mundo ilusorio.


Para los ateos, la cuestión del sentido de la vida es mucho más difícil, menos concluyente y más profundamente personal. Las razones que encontramos para levantarnos de la cama por la mañana son las mismas que para la mayoría de los creyentes: Nuestras familias necesitan que seamos proveedores; nuestro trabajo necesita que laboremos; nuestras comunidades nos necesitan para servir.


Sin embargo, más allá de esas necesidades inmediatas, la cuestión se vuelve más difícil. Sin nuestra ayuda nuestras comunidades van a fallar, pero. . . ¿y qué? Esta es una pregunta con la que los ateos más introspectivos tendrán que luchar una vez o varias veces a través de su vida.


El reconocido ateo y autor Christopher Hitchens escribió sobre este tema en su libro de memorias. Hitchens se ofendió grandemente al ser preguntado acerca de sus pensamientos sobre el significado de la vida — algo con lo cual no estoy totalmente de acuerdo. El significado en las vidas de los creyentes, después de todo, puede ser investigado en sus libros sagrados. Con los ateos, la única manera de averiguarlo es preguntándoles.


Independientemente, Hitchens pensaba esto de la vida: “Una vida que comparte aunque sea un poco de amistad, amor, ironía, humor, paternidad, literatura y música y la oportunidad de tomar parte en las batallas por la liberación de los demás, no puede llamarse [una vida] ‘sin sentido."


Para mí, la respuesta siempre se deduce a ayudar a los demás. A través de la caridad, la amistad y el amor, trato de hacer un impacto positivo en la vida a mi alrededor, para que así puedan estar en un mejor lugar para a su vez impactar vidas alrededor de ellos. De esta manera, tal vez podemos todos contribuir a hacer una especie que sea más feliz, más saludable y mejor de lo que somos hoy en día.



¿Por qué debería importar eso? Porque así lo quiero.



Este texto fue extraído de una página sobre cristianismo y espiritualidad, y en esta ocación le dieron la oportunidad a un ateo de explicar Qué es el Ateísmo de manera que los creyentes tenga una visión más realista y sin prejuicios. Fuente: http://www.exploregod.com/es/que-es-ateismo

DIEZ MITOS Y VERDADES SOBRE EL ATEÍSMO - SAM HARRIS

1. Los ateos creen que la vida no tiene sentido.

Por el contrario, la gente religiosa suele quejarse de que la vida no tiene sentido e imaginan que solo pueden ser redimidos por la promesa de felicidad eterna más allá de la tumba. Los ateos tienden a ser bastante seguros de que la vida es preciosa. A la vida se imbuye de significado viviéndola plenamente. Las relaciones con aquellos que amamos son significativas ahora, no necesitan ser eternas para eso. Los ateos tienden a encontrar este miedo como una insignificancia… bueno… sin significado.

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2. El ateísmo es responsable por los más grandes crímenes de la historia.

La gente de fe suele afirmar que los crímenes de Hitler, Stalin, Mao y Pol Pot fueron el producto inevitable de la no creencia. El problema con el fascismo y el comunismo, sin embargo, no es que sean muy críticos de la religión; el problema es que son demasiado parecidos a la religión. Tales regimenes son intrínsecamente dogmáticos y generalmente hacen surgir cultos a la personalidad indistinguibles de los cultos a los héroes religiosos.

Auschwitz, el GULAG y los campos de la muerte no son ejemplos de lo que pasa cuando los humanos rechazan el dogma religioso; son ejemplos de los estragos que causan los dogmas políticos, raciales y nacionalistas.

No hay sociedades en la historia humana que hayan sufrido porque su pueblo se haya vuelto demasiado razonable.


3. El ateísmo es dogmático.

Judíos, Cristianos y Musulmanes afirman que sus escrituras son tan proféticas de las necesidades humanas que solo pudieron haber sido escritas bajo la dirección de una deidad omnisciente.

Un ateo es simplemente una persona que ha considerado esta afirmación, leído las escrituras y encontrado las afirmaciones ridículas. No es necesario tener fe en algo, o ser de alguna manera dogmático para rechazar creencias religiosas injustificadas. Como el historiador Stephen Henry Roberts (1901- 1971) dijo en una ocasión: “ Te reto a que ambos somos ateos. Solamente que yo creo en un dios menos que tú. Cuando entiendas porque desestimaste los otros posibles dioses, entenderás por qué desestimo al tuyo”.


4. Los ateos creen que todo en el universo surgió por azar.

Nadie sabe por qué el universo existió. En efecto, no está enteramente claro que podamos hablar coherentemente acerca del “comienzo” o de la “creación” del universo, estas ideas invocan el concepto de tiempo y aquí hablamos del origen del espacio-tiempo en sí mismo.

La idea que los ateos creen que todo fue creado al azar es también utilizada regularmente como crítica a la evolución darwinista. Como explica Richard Dawkins en su maravilloso libro “El espejismo de Dios”, “esto representa una absoluta mala interpretación de la teoría evolucionista.” Aunque no sabemos precisamente como la química temprana de la tierra engendró la biología, sabemos que la diversidad y la complejidad que vemos en el mundo viviente no es un producto del mero azar. La evolución es una combinación de mutación aleatoria y selección natural. Darwin utilizó la frase “selección natural” por analogía con “selección artificial”, utilizada por los criadores de animales. En ambos casos,  la selección ejerce un efecto altamente no aleatorio en el desarrollo de cualquier especie.


5. El ateísmo no tiene conexión con la ciencia.

Aunque es posible ser un científico y creer en Dios (como algunos científicos parecen decir), no hay dudas de que un involucramiento con el pensamiento científico tiende a erosionar antes que a apuntalar la fe religiosa. Si tomamos a USA como ejemplo: la mayoría de las encuestas hechas al público en general muestra un 90% de creencia en algún Dios personal; sin embargo el 93% de los miembros de la Academia Nacional de Ciencias no es creyente. Esto sugiere hay pocos modos de pensar menos adecuados a la fe religiosa que el pensamiento científico.


6. Los ateos son arrogantes.

Cuando los científicos no saben algo- como porqué el universo empezó o como se formó la primera molécula auto-replicante – lo admiten. Pretender que se sabe cosas que en realidad no se saben implica una enorme negativa para la ciencia. Y sin embargo es la sangre que da vida de las religiones basadas en la fe. Una de las monumentales ironías del discurso religioso se ve en la frecuencia con que la gente de fe se auto alaban por su humildad, mientras afirman conocer hechos acerca de la cosmología, la química y la biología que ningún científico conoce. Cuando consideran cuestiones acerca de la naturaleza del cosmos y nuestro lugar en él, los ateos tienden a basar sus opiniones en la ciencia. Esto no es arrogancia; es honestidad intelectual.


7. Los ateos son cerrados a la experiencia espiritual.

No hay nada que impida a un ateo experimentar el amor, el éxtasis, arrobamiento y sobrecogimiento; los ateos pueden dar valor a estas experiencias y buscarlas regularmente. Lo que los ateos no suelen hacer es hacer injustificadas (e injustificables) afirmaciones acerca de la realidad basados en esas experiencias. No hay dudas de que algunos Cristianos han transformado para mejor su vida leyendo la  Biblia y rezando a Jesús.

¿Qué prueba esto?

Prueba que ciertas disciplinas de atención y códigos de conducta pueden tener un profundo efecto en la mente humana. ¿Sugieren estas experiencias que Jesús es el único salvador de la humanidad? Ni remotamente, porque Hindúes, Budistas, Musulmanes e incluso ateos tienen experiencias similares.

No hay en efecto ningún Cristiano en la tierra que sepa si Jesús usaba barba más que si nació de una virgen o que si se levantó de entre los muertos. Estas simplemente no son la clase de cosas que una experiencia espiritual pueda autenticar.


8. Los ateos creen que no hay nada más allá de la vida y el entendimiento humanos.

Los ateos son libres de admitir los límites del entendimiento humano de una manera en que los religiosos no pueden. Es obvio que no entendemos del todo el universo; pero es aún más obvio que ni la Biblia, ni el Corán reflejan un mejor entendimiento de él.

No sabemos si habrá vida compleja en algún otro lugar del cosmos, pero podría. Si la hubiera, tales seres podrían haber desarrollado un entendimiento de las leyes naturales que excedan vastamente a las nuestras. Los ateos pueden hacer esas suposiciones, incluso pueden admitir que si existieran brillantes extraterrestres, los contenidos de la Biblia y el Corán serían aún menos impresionantes que lo que son para los humanos ateos.

Desde el punto de vista ateo, las religiones del mundo trivializan completamente la belleza real de la inmensidad del universo. Nadie debe aceptar algo que no tenga suficiente evidencia para aceptar tal observación.


9. Los ateos ignoran el hecho de que la religión es extremadamente beneficiosa para la sociedad.

Aquellos que enfatizan los buenos efectos de la religión parecen nunca percibir que tales efectos fallan en demostrar la verdad de cualquier doctrina religiosa. Es por eso que tenemos términos como “pensamiento deseoso” y  “auto-decepción”. Hay una profunda diferencia entre un espejismo consolador y la verdad.

En cualquier caso, los buenos efectos de la religión pueden ser discutidos. En la mayoría de los casos, parece que la religión da a la gente malas razones para comportarse bien, cuando hay buenas razones disponibles. Pregúntese a sí mismo, si qué cosa es más moral, ayudar a los pobres preocupados por su sufrimiento, o hacerlo así porque el creador del universo desea que lo haga, que lo recompensará por hacerlo o lo castigará si así no lo hiciere.


10. El ateísmo no provee bases para la moralidad.

Si una persona aún no comprendió que la crueldad está mal, ciertamente no descubrirá eso leyendo la Biblia o el Corán, esos libros desbordan de crueldad humana y divina.

No obtenemos moralidad de la religión. Nosotros decidimos qué es bueno en nuestros buenos libros recurriendo a las intuiciones morales que, en cierto nivel, están impresos en nosotros, y que han sido refinados por miles de años de pensar acerca de las causas y posibilidades de la felicidad humana.

Hemos hecho un considerable progreso moral a través de los años y no lo hicimos leyendo la Biblia o el Corán más atentamente. Ambos libros condonan la práctica de la esclavitud, mientras todo humano civilizado reconoce que la esclavitud es una abominación. Cualquier cosa que sea buena en un escrito (como la regla dorada) puede ser valorada por su sabiduría ética sin que debamos creer que nos fue traída por el creador del universo.


viernes, 5 de enero de 2018

VAMOS A BESARLE EL CULO A HANK

Esta mañana llegó a mi puerta una pareja bien vestida y bien peinada. El hombre habló primero:

-Juan: Hola, yo soy Juan y esta es María.

-María: Hola, estamos aquí para invitarte a besarle el culo a Hank con nosotros.

-Yo: ¿Cómo? ¿De qué estás hablando? ¿Quién es Hank? ¿Y por qué tendría que querer besar su culo?

-Juan: Si tú besas el culo de Hank, te da un millón de dolares; y si no lo haces, te cubre de mierda.
-Yo: ¿Cómo? ¿Es que es alguna clase de extraño pervertido?

 Juan: Hank es un multibillionario filántropo. Hank construyó este pueblo. Hank posee este pueblo. Él puede hacer lo que quiera, y lo que quiere hacer es darte un millón de dolares, pero no puede si tú no besas su culo.

-Yo: Eso no parece tener mucho sentido. ¿Por qué...

-María: ¿Quién eres tú para cuestionar los deseos de Hank? ¿Es que no quieres el millón de dolares? ¿Es demasiado un pequeño beso en el culo?
-Yo: Bueno quizás, si es legítimo, pero...

-Juan: Entoces vamos a besar el culo de Hank.
-Yo: ¿Besan el culo de Hank frecuentemente?

-María: Oh si, continuamente.

-Yo: ¿Y les ha dado el millón de dolares?

-Juan: Bien, aún no. No se puede recibir el dinero hasta que te marchas del pueblo.

-Yo: Entonces, ¿Por qué no se marchan del pueblo y reciben el millón de dolares?

-María: No puedes marcharte del pueblo hasta que Hank te lo diga, o de lo contrario no recibes el dinero y él te cubre de mierda.

-Yo: ¿Conocen a alguien que haya besado el culo de Hank, se haya marchado y que después haya regresado con el dinero?

-Juan: Mi madre le besó el culo a Hank durante años. Ella se marchó el año pasado y estoy seguro que tiene el dinero.

-Yo: ¿Has hablado con ella desde entonces?

-Juan: Por supuesto que no, Hank no lo permite.

-Yo: Entoces ¿cómo sabes que tiene el dinero si no has hablado con nadie que lo haya recibido?

-María: Bueno, antes que abandones quiero darte una pequeña muestra. Tal vez tengas un accidente, tal vez ganes un pequeño premio en la lotería, tal vez encuentres un billete de veinte dolares en la calle.

-Yo: ¿Y qué tiene eso que ver con Hank?

-Juan: Hank tiene ciertas "conexiones"

-Yo: Lo siento, pero esto suena como si fuera un extraño videojuego.

-Juan: Pero es un millón de dólares, ¿puedes realmente arriesgarte? Y recuerda, si no le besas el culo te cubre de mierda.

-Yo: Tal vez si pudiera verle, hablar con él, tener detalles sobre él..
-María: Nadie ve a Hank, nadie habla con él.

-Yo: ¿Entonces cómo le besan el culo?

-Juan: En ocasiones únicamente le mandamos un beso y pensamos en su culo. Otras veces besamos el culo de Karl y él se lo transmite.

-Yo: ¿Quién es Karl?

-María: Un amigo nuestro. Él es quien nos ha hablado sobre besar el culo de Hank. Todo lo que tenemos que hacer es invitarlo a comer de vez en cuando.

-Yo: ¿Y usteden creen en sus palabras cuando ha dicho que existe un Hank, que Hank quiere que le beses el culo y que te recompensará?

-Juan: ¡Oh no! Karl tiene una carta de Hank de hace mucho tiempo donde lo explica todo. Aquí tienes una copia para tí, míralo por ti mismo:




DEL ESCRITORIO DE KARL

- Besa el culo de Hank y el te dará un millón de dolares cuando te marches del pueblo.
- Bebe con moderación
- Cubre de mierda a quellos que no sean como tú.
- Come bien.
- Hank dictó esta carta el mismo.
- La luna está echa de queso verde.
- Todo lo que dice Hank es cierto.
- Lávate las manos despúes de ir al baño.
- No uses alcohol.
- Come tus salchichas en bollos, sin condimentos.

 -Yo: Esto está escrito en papel con el membrete de Karl

-María: Hank no tiene papel.

-Yo: Tengo la impresión que si lo comparamos encontraremos que esta es la letra de Karl.

-Juan: Por supuesto, pero Hank lo dictó.

-Yo: ¿Pensaba que decían que nadie puede ver a Hank?

-María: No ahora, pero hace tiempo hubo a algunas personas.

-Yo: Pensaba que decían que era un filántropo. ¿Qué tipo de filántropo cubre de mierda a la gente sólo por que sean diferentes?

-María: Eso es lo que Hank quiere, y Hank siempre está en lo cierto.

-Yo: ¿De dónde has sacado eso?

-María: El punto 7 dice que: "Todo lo que dice Hank es cierto" ¡Esto es suficiente para mi!

-Yo: Quizás su amigo Karl hizo las normas él mismo.

-Juan: ¡Imposible! el punto 5 dice: "Hank dictó esta carta el mismo". Al mismo tiempo, el punto 2 dice "Usa el alcohol con moderación" el punto 4 dice "Come bien" y el punto 8 dice "Lávate las manos despúes de ir al baño". Todo el mundo sabe que esto es cierto, por lo tanto, todo lo demás debe ser cierto también.

-Yo: Pero el punto 9 dice "No uses alcohol" lo cual entra en conflicto con el punto 2, y el 6 dice "La luna está echa de queso verde" lo cual no es cierto.

-Juan: No existe contradicción entre los puntos 2 y 9, el segundo simplemente clarifica el primero. Y por lo que respecta al 6, tú nunca has estado en la luna, por lo que no puedes hablar con seguridad.

-Yo: Los científicos tienen claramente establecido que la Luna esta echa de roca...

-María: Pero ellos no saben si la roca viene de la Tierra, o del espacio exterior, por lo que puede ser fácilmente queso verde.

-Yo: Realmente no soy un experto, pero pienso que la teoría de que la Luna fue "capturada" por la Tierra ha sido descartada. Por otra parte, no saber de donde viene la roca no la convierte en queso.

-Juan: ¡Ajá! Acabas de admitir que los científicos cometen errores. ¡Pero nosotros sabemos que lo que dice Hank es cierto!

-Yo: ¿Lo sabemos?

-María: Por supuesto, el punto 5 lo dice.

-Yo: Están diciendo que Hank siempre está en lo cierto por que la lista lo dice, la lista es cierta por que Hank la ha dictado, y sabemos que Hank la ha dictado por que la lista lo dice. Esta lógica circular no se diferencia en nada de decir que Hank es verdad por que lo dice Hank.

-Juan: ¡Ya lo está comprendiendo! es reconfortante ver que alguien se está acercando a la forma de pensar de Hank.

-Yo: Pero... oh, no te preocupes. ¿Cáal es el problema con las salchichas?   (María se sonrroja)

-Juan: Las salchichas en bollos, sin condimentos. Esta es la forma de Hank. Cualquier otra forma es incorrecta.

-Yo: ¿Qué ocurre si no tengo un bollo?

-Juan: No hay bollo, no hay salchicha. Una salchicha sin bollo es incorrecto.

-Yo: ¿Sin salsa? ¿Sin mostaza?

-María: (asombrada) Parece irremediablemente condenado.

-Juan: (Gritando) ¡No hay ninguna ambiguedad en su lenguaje! ¡Cualquier tipo de condimentos están prohibidos!

-Yo: Entonces de una enorme pila de chucrut con algunas salchicas pinchadas en ella ni hablamos ¿no?

-María: (Se pone los dedos en los oidos) No te estoy oyendo, nana nana nana.

-Juan: (con cara de aversión) ¡Eso es repugnante! No sé que clase de demonio comería eso...

-Yo: ¡Hank! el come eso todo el tiempo.   (María palidece)

-Juan: (cogiendo a María) Bueno, si yo hubiera sabido que eras uno de esos no habría perdido mi tiempo. Cuando Hank te cubra de mierda yo estaré allí, contando mi dinero y burlándome. Yo besaré el culo de Hank por tí. Tú, comedor de salchichas sin bollo y devorador de chucrut.

(Al decir esto, Juan arrastró a María al coche que le esperaba y arrancó a toda velocidad.)

HAY UN DRAGÓN EN MI GARAGE

 Fragmento del libro 'El Mundo y sus Demonios' de Carl Sagan; Capítulo 'Un Dragón en el Garage'


«En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca.» Supongamos (sigo el método de terapia de grupo del psicólogo Richard Franklin) que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría comprobarlo,verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historiasde dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!

—Enséñemelo —me dice usted.

Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacíasy un triciclo viejo, pero el dragón no está.

—¿Dónde está el dragón? —me pregunta.

—Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.

Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.

—Buena idea —replico—, pero este dragón flota en el aire.

Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar el fuego invisible.

—Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.

Se puede pintar con spray el dragón para hacerlo visible.

—Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se lepegaría.

Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará.


Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible,incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspiramos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausenciade pruebas, lo que yo digo.

Lo único que ha aprendido usted de mi insistencia en que hay undragón en mi garaje es que estoy mal de la cabeza. Se preguntará, si no puede aplicarse ninguna prueba física, qué fue lo que me convenció. La posibilidad de que fuera un sueño o alucinación entraría ciertamente en su pensamiento.Pero entonces ¿por qué hablo tan en serio? A lo mejor necesito ayuda. Como mínimo, puede ser que haya infravalorado la falibilidad humana.

Imaginemos que, a pesar de que ninguna de las pruebas ha tenido éxito, usted desea mostrarse escrupulosamente abierto. En consecuencia, no rechaza de inmediato la idea de que haya un dragón que escupe fuego por la boca en mi garaje. Simplemente, la deja en suspenso. La prueba actual está francamente en contra pero, si surge algún nuevo dato, está dispuesto a examinarlo para ver si le convence. Seguramente es poco razonable por mi parte ofenderme porque no me cree; o criticarle por ser un pesado poco imaginativo... simplemente porque usted pronunció el veredicto escocés de «no demostrado».

Imaginemos que las cosas hubieran ido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando usted mira. Su detector de infrarrojos registra algo. La pintura del spray revela una cresta dentada en el aire delante de usted. Por muy escéptico que se pueda ser encuanto a la existencia de dragones —por no hablar de seres invisibles—ahora debe reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente conla idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca.

Ahora otro guión: imaginemos que no se trata sólo de mí. Imaginemos que varias personas que usted conoce, incluyendo algunas que está seguro de que no se conocen entre ellas, le dicen que tienen dragones en sus garajes... pero en todos los casos la prueba es enloquecedoramente elusiva. Todos admitimos que nos perturba ser presas de una convicción tan extraña y tan poco sustentada por una prueba física. Ninguno de nosotros es un lunático. Especulamos sobre lo que significaría que hubiera realmente dragones escondidos en los garajes de todo el mundo y que los humano acabáramos de enterarnos. Yo preferiría que no fuera verdad, francamente. Pero quizá todos aquellos mitos europeos y chinos antiguos, sobre dragones no eran solamente mitos...

Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa: tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas. Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas «pruebas», por muy importantes que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos físicos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.

EN MI CASA NO HAY DIOS

 Where there was reason, now there is confusion” (Richard Dawkins)


Tengo dos hijos. Cuatro y siete años. Desde que nació el primero me quedó bien claro que no habría educación religiosa de ningún tipo en mi casa. Ni el ambiguo discurso de los “valores”, ni la sola mención de una deidad invisible que reacciona caprichosamente y con emociones humanas serían admitidas para educarlos. Suficiente fantasía tenemos con lo que nos da la cultura popular como para agregarle cosas: santa clos, los pendejos reyes magos, el puto conejo de pascua, el ratón del diente y personajes afines. Suena fácil (debería serlo) pero es todo lo contrario; te cargas a todo mundo encima y terminas juzgado como un ogro que va contra los valores y todo lo bueno que tiene una sociedad.

La pregunta de fondo es ¿se puede educar a un ser humano para que sea una buena persona sin la intervención de religiones o creencias metafísicas? La respuesta ya la sabemos: si. Entonces, ¿por qué es tan complicado prescindir de la religión? ¿Por qué esta renuencia a buscar alternativas?

El problema, claro, no es el hecho de que estas criaturas lleven una infancia terrible sin Dios y Jesucristo, sino todo lo que ocurre a su alrededor.


La escuela

Empiezan las primeras comuniones. ¿Qué es una primera comunión en la cabeza de un niño de siete años? Una fiesta con regalos, pastel y música. Como una piñata, pero con un trasfondo inexplicable y cuya justificación no puede otorgársele porque sencillamente no lo va a entender; los que se creen todas esas mamadas son los adultos.
No se me va a olvidar nunca una vez que llevaron a mi hijo a una iglesia (no recuerdo la razón de por qué lo llevaron ahí y no me quiero enterar). Llegó a casa y lo primero que dijo fue: -había un señor colgado allá dentro, -y extendió sus brazos. Le dije que era como halloween, y creo que me entendió. No tengo por qué someter a mis hijos a esas escenas mórbidas y macabras. No porque ello sea malo, sino porque la explicación que está detrás es lo verdaderamente siniestro: el tipo ejecutado sobre la cruz murió porque esos niños inocentes y sin religión pecaron antes de nacer y por eso tuvo que venir una persona del cielo, hijo de un señor invisible, para resolver el asunto. El argumento es chantajista, sumamente complicado y no tiene sentido. Lo siento pero esa no es una religión amable y prefiero dejarla fuera de mi casa.

Luego mi hija llegó un día este diciembre pasado diciendo que quería un niño Dios. No preguntó qué era, simplemente dijo que quería uno. De inmediato entendí que el “niño Dios” para una niña de cuatro años es sólo un bebé; no tiene que ver con religión. Eso me tranquilizó. Pero fuera de estos incidentes, los niños sí sienten la presión que se da en la escuela, y no sólo con lo de la primera comunión y las fiestas tradicionales, como posadas y semana santa; los compañeros ejercen una presión notable porque son una mayoría y mi hijo, sin religión, es una minoría, una excepción. Y eso lo hace sentirse excluído. Y encima, hay un grupo de padres de familia que conforman una especie de grupo de oración, y se preguntan por qué algunos niños no son católicos como ellos. Y peor: no logran entender por qué no sólo no pertenecen a una religión distinta, si no que son ateos. Esto es una verdadera afrenta que no puede ser tolerada. Afortunadamente la escuela es laica y se supone no debe darse ningún tipo de conflicto por parte de la institución.

A veces pienso que lo mejor es dejar que el ambiente los absorba y que después, en la adolescencia, ellos decidan lo que quieren creer y lo que no. Pero no me atrevo a dejarlos a que sean indoctrinados. Invertí muchos años de mi vida quitándome pendejadas de la cabeza como para permitir que mis hijos pasen por lo mismo. No creo en nada de eso y no puedo admitirlo.


Las Abuelas

En dos ocasiones tuvimos que viajar. ¿A quien le deja uno a los niños si no es a los abuelos? En mi caso esto, mas que una solución, resultó ser un problema.

Ellas verdaderamente creen que toda esa cosa piadosa que les transmiten a sus nietos tendrá un efecto bueno y contundente en ellos. Vienen de una época muy lejana donde el ateísmo no era una alternativa de pensamiento, era un pecado muy grave que debía perseguirse. El problema es que están rompiendo una regla básica, la del respeto por lo ajeno. Si bien mi mamá y mi suegra tuvieron su oportunidad de criar a sus hijos bajo la fe que profesan, con los nietos el asunto es otro. Por lo menos con mis hijos (soy el único de ambas familias que prohíbe cualquier tipo de indoctrinación religiosa en casa) he dejado en claro que no deseo les impriman enseñanzas relacionadas con el cristianismo. Pero puede más su estulticia y ciego convenciemiento de que la ausencia de una enseñanza religiosa los hace proclives al delito y a la maldad que el sencillo acto de respetar las creencias y convicciones ajenas. El caso es que, cuando regresamos de un viaje, los niños ya traían escapularios y crucifijos y hablaban de cosas como “diosito”, “la virgencita” y conceptos tenebrosamente similares. Costó tiempo sacarles eso de la cabeza.


No más Dios

En mi casa no hay Dios ni tiene por qué haberlo. Es inecesario, irrelevante y más: peligroso. ¿Para qué creer en algo o alguien si al suprimirlo no se da cambio discernible ni bueno? Dicho de otra manera: si dejas de creer en algo, concretamente en esto: Dios, ¿cambiaría tu vida de manera importante? Si te pones a pensar, no. La razón es sencilla: lo que hace que no nos matemos y que nos portemos más o menos bien es un consenso cambiante que se adapta a las condiciones de la época y que se hace respetar de dos maneras: por vía de la conscienca moral y cívica y por obra y gracia de una policía que pone orden. Esto quiere decir que si usted no respeta los acuerdos de comportamiento pactados, la policía lo va a joder y la sociedad lo va castigar. Pero de ahí a decirle a la gente que se va a ir al infierno pues nomás no. Seamos prácticos.

La naturaleza es trascendente por si misma; no requiere de presencias ni intervenciones metafísicas, dioses o procesos fantásticos que justifiquen su hechura, su misterio, su belleza. El impacto estético e intelectual que ocasiona es producto de lo que observamos, de las conclusiones que la ciencia ha logrado alcanzar y el misterio que está detrás es tan profundo y el universo tan vasto que no solo es inecesaria la fantasía religiosa: es ridículamente mezquina, pobre y limitada y devalúa todo cuanto hemos logrado en siglos de investigación, filosofía y observación. La religión impide ver las cosas como son: ciega, ensordece, limita nuestro pensamiento y considera un engaño todo aquello que atente y contradiga sus primitivos dogmas. La belleza y misterio del mundo, el universo, son insondables; para apreciarlo y entenderlo se requiere una imaginación potente, desprovista de supuestos, capaz de imaginar lo que puede existir, no lo que queremos que exista basado en nuestra ignorancia, temores, falta de capacidad de reconocer lo obvio, de considerar lo probable y lo posible y de aceptar que lo que aún no tiene explicación, lo tendrá.

Dios no está por encima de la naturaleza; Dios fue creado en las mentes de criaturas insignificantes en un planeta rocoso con agua, aire y fuego en un sistema solar por demás mediocre, perdido en una galaxia como las hay por millardos. Dios es un ser bastante limitado y jodido.

Imagino si hubiéramos construído esas catedrales y templos religiosos magníficos en nombre de la ciencia, para dar fe de lo maravilloso que es el cosmos, no para ocultarlo. De cierta forma, la ciencia tiene sus templos: observatorios, aceleradores de partículas, universidades, centros de investigación. En esos lugares no hay Dios, ni certezas absolutas ni reglas inquebrantables. Son oráculos donde se contempla el universo con instrumentos para crear ciencia. Son sitios donde se practica una religión: la del asombro. Y el asombro despierta invariablemente a la curiosidad. ¿Y qué hace la religión? Cortar la cadena justo ahí, porque sabe que a partir de ese punto comienza la observación.
Hay una razón por la cual la fe es ciega: la observación es la base de la ciencia. ¿Qué significa observar? Poner atención y no suponer nada hasta no haber observado lo suficiente y crear modelos que expliquen satisfactoriamente lo observado, por lo menos mientras se dan otras interpretaciones y descubrimientos. Primero hay que contemplar sin la intervención de ningún proceso lógico; dejar que las cosas ocurran frente a nostros y verlas como son. Entonces podemos establecer conjeturas, patrones, cualquier cosa que nos lleve a crear esquemas, hipótesis, supuestos.

Contrario a esto, la religión cristiana enseña una serie de historias no verificadas históricamente y encima atribuye propiedades sobrenaturales a personajes retratados ahí para crear y justificar dogmas y normas que van en contra de lo humano, lo natural.

Lo siento, pero no puedo condicionar a mis hijos a creer en una serie de historias ridículas y creencias imposibles. Prefiero leerles un cuento de los hermanos Grimm antes de dormir.


Existen algunos mitos en relación a esto de no enseñarles a los niños a creer en Dios o tener una religión:

1-Van a crecer sin principios morales, sin ética, y se va a transformar en personas ruines y egoístas.

2-Crecerán sin tener sentido en sus vidas, angustiados y proclives a la depresión y al crimen.

3-Serán seres introvertidos, sin capacidad de socializar, encerrados en sus vicios y lamentando no haber tenido una educación con valores tradicionales.


Justamente son las religiones las que implantan estas sensaciones de angustia, temor y ausencia de sentido para llenar los huecos con mentiras y mitos. Es como una obra de teatro: el espectador quiere creer -momentáneamente- que lo puesto en escena es real, de otra manera no podría sentir y vivir plenamente la experiencia, y al actor le es conveniente que su cliente le crea, de otra manera su trabajo no tendría éxito. En este acuerdo es donde ocurre la magia de la fe. Pero no hay que dejarse engañar: la mejor manera de hacer desaparecer esta magia es enseñándole a los niños a cuestionar, a pensar y a que se acostumbren a obtener verdades a través de instrumentos científicos, no con oraciones piadosas ni ritos milenarios. A la larga tendrán las herramientas para hacer preguntas que den directo al corazón de las cosas y ahí es donde veremos una diferencia notable en la evolución de la sociedad.

A mí lo que me fastidia es que al final no podemos evitar la infección mental que se ha transmitido desde siglos y que persiste en la cultura y los cerebros de las personas a pesar de los avances de la ciencia y el desprestigio de las instituciones religiosas. La creciente ola de credulidad me lleva a creer que gran parte de lo que hemos alcanzado como sociedad pensante se está perdiendo. El escenario que muestra un mundo adormecido y entregado a los caprichos de la ignorancia y la manipulación es real: hoy vivimos un apocalípsis de la razón, la objetividad y la curiosidad y nos han ganado la pereza y la condescendencia.

El contraste entre el avance tecnológico y la educación científica masiva es inverosímil: las personas aceptan la tecnología pero rechazan de manera vehemente el fundamento científico que las hace posibles, y así estructuran sus vidas y su gobierno en torno a creencias irracionales y supercherías.
No se qué pensar; si esta es una buena época o estamos cercanos a una era de oscurantismo y persecución.
Espero no estar ahí para verlo. Pero de una cosa estoy seguro: mis hijos sí van a vivirlo, y haré todo lo posible para prepararlos para tal escenario.

Para terminar

Bueno, y a todo esto; ¿Cómo los educo? Eso es cosa mía. No se apure, no se van a convertir en homicidas, políticos corruptos, pedófilos, rateros ni mediocres aburridos. De eso se encarga la venerable Iglesia Católica y las iglesias cristianas.

Mis hijos nacieron sin religión y así se van a quedar hasta que tengan la edad de decidir si quieren aferrarse a alguna fe. Mientras tanto en mi casa habrá descubrimiento, razón, ética, cuestionamientos, honestidad, respeto y humildad, pero no habrá religión. Nunca.


- Chef Herrera - Blog El Rincón Desquiciado - Milenio Diario

El Mito del Peso del Alma


¡El alma existe y pesa 21 gramos!






Imagen relacionadaSeguramente lo han escuchado alguna vez. Bien, hoy en Soy Ateo y Qué, vamos a hablar sobre de ello. Dicen que todos perdemos 21 gramos en el momento exacto de nuestra muerte.

La historia viene de un estudio “científico” realizado por el Doctor en Medicina Duncan MacDougall, de Haverhill, Massachussets, en el año de 1901, y cuyos resultados publicó en marzo de 1907 en  el Journal of the American Society for Psychical Research y el Journal American Mediciney para el público en general en el New York Times. Partió de la idea de que si las funciones psíquicas continúan existiendo como una personalidad o individualidad separada después de la muerte del cuerpo y el cerebro, entonces tal individualidad sólo puede existir como un cuerpo ocupante de espacio.

Y como tal, debería tener una cierta masa, que al desprenderse del cuerpo, pueda notarse una diferencia de peso en el cuerpo. Para su estudio utilizó solamernte a seis pacientes terminales: cuatro eran tuberculosos, uno tenía un coma diabético, y del sexto –curiosamente- no da datos. Los pacientes fueron colocados en camillas que estaban sobre balanzas de comparación, las que hay que poner lo que uno quiere pesar de un lado, y del otro "pesitas" que se sabe cuánto pesan.

Durante el período de tiempo que pasó hasta la muerte de cada uno, el doctor fue ajustando la cantidad de "pesitas". Hay que tener en cuenta que del cuerpo se evapora agua mediante la transpiración y la respiración, que los pacientes tal vez orinaron o defecaron, que bebieron o se alimentaron, y que hasta el más mínimo movimiento de los mismos modifica el equilibrio de la balanza.   

Los resultados fueron los siguientes para cada uno de los moribundos:  

1. "De repente, y coincidiendo con el momento de la muerte, el peso disminuyó en 3 cuartos de onza (21,3 gramos)."

2. "El peso perdido resultó ser media onza, luego un rato mi colega determinó que el corazón se había detenido. Me fijé de nuevo y la pérdida era de una onza y media y 50 granos (45,8 gramos)"

3. "Mi tercer caso mostró una pérdida de media onza, coincidente con la muerte, y una pérdida de otra onza algunos minutos después (un total de 42,65 gramos)" (evidentemente este paciente tenía dos personalidades cuyas almas se fueron en momentos diferentes)   

4. "En el cuarto caso, desgraciadamente las escalas no fueron bien ajustadas, y hubo interferencia por parte de personas que se oponían a nuestro trabajo... Lamento que esta prueba no haya dado resultados."

5. "En el quinto caso la aguja de la balanza se inclinó mostrando una pérdida de tres octavos de onza (10,6 gramos), pero luego volvió a su posición inicial, donde se mantuvo 15 minutos a pesar de quitar las pesitas " (en este caso, podemos apreciar que el alma se resistía a irse del tuberculoso cuerpo)
6. "Mi sexto paciente murió justo cinco minutos después de colocarlo sobre la balanza, mientras estaba ajustando la aguja medidora, así que no sirve el dato."

MacDougall también realizó un experimento control, envenenado a 15 perros (el muy desgraciado) y pesándolos en el momento de su muerte, del cual obtuvo resultados negativos (los perros no tienen alma) Al menos declaró que le daba lástima no haber podido conseguir perros moribundos.
Si bien se "registró" una pérdida de peso en algunos pacientes, no tiene sentido ni siquiera buscar una explicación, ya que el experimento está lleno de fallas por donde se lo mire:   


Resultado de imagen para peso del alma


1. No se describen con precisión los métodos de medición utilizados.

2. La muestra es DEMASIADO pequeña, sólo se obtuvieron datos de 4 de los 6 pacientes, lo cual equivaldría a afirmar que todas las personas del mundo miden entre 1.60 y 1.70 porque esa es la estatura de los que tenemos a la mano para estudiarlos.

3. No se utiliza un criterio claro para definir el momento de la muerte, al paciente número 2, se le auscultó (oyó) el corazón luego de un rato de la pérdida de peso de la balanza. También se observa cierta flexibilidad respecto a que acepta como positivo un resultado en donde la pérdida de peso es instantánea y otro donde se produce luego de quince minutos.

4. No se puede confiar ni siquiera en cómo se realizaron las mediciones, ya que en una parte del artículo MacDougall afirma que las balanzas tienen una precisión de dos décimas de onza (5,68 gramos) y luego afirma en un caso haber obtenido una precisión de 50 granos (3,2 gramos) lo cual es parecido a medir algo con una regla cuya marca más pequeña son los milímetros, y afirmar que algo mide 3 centímetros con 4,7 milímetros.

Algunos dicen que ese peso pudiera ser debido a que cuándo la persona muere exhala todo el aire contenido en su cuerpo, mientras que otros dicen que es porque al morir los esfínteres se relajan. Pero esto es fácilmente descartado, ya que los gases no pesan tanto.

Los resultados de MacDougall  nunca han sido reproducidos, y son generalmente considerados ya sea como sin sentido o sin ningún mérito científico verdadero. Sin embargo, el mito según la cual el alma humana pesa 21 gramos se ha convertido en una “leyenda urbana” en la conciencia pública.

La Inquisición Digital

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